En esta entrada realizaré la disertación filosófica de la unidad 2 (realidad y metafísica), cuyo tema principal es ¿Tiene el Universo una finalidad? ¿Y el ser
humano?
¿Tiene el Universo una finalidad? ¿Y el ser
humano?
A
lo largo de la historia, el estudio de todo lo que conocemos se ha ido
dividiendo en diversas disciplinas, tales como Física, Biología, Ética,
Química… Sin embargo y, tal y como pudo descubrir Andrónico de Rodas,
Aristóteles, ya en el tercer siglo antes de Cristo, escribía acerca de algo que
escapaba al campo de estudio de todas las anteriores, algo a lo que él mismo
llamaba “filosofía primera”, y cuyos escritos fueron situados por este primer
filósofo mencionado anteriormente “más allá” de los textos de Física de
Aristóteles, recibiendo así el nombre de Metafísica. En la actualidad, esta se encarga del estudio
del ser en cuanto a ser de las cosas, es decir, de la esencia de las cosas, y
para ello, emplea preguntas radicales, es decir, aquellas que van a la raíz de
las cosas. A modo de ejemplo, la pregunta ¿quién soy?, entraría dentro del
campo de estudio de esta materia. No obstante, a lo largo de esta disertación,
me centraré especialmente en los interrogantes metafísicos relativos a la
realidad. Por esto, es fundamental preguntarnos, ¿es esta realidad, el universo
en el que vivimos, es un proceso creativo o un proceso expansivo?, propuesto de
otro modo ¿tiene este universo una finalidad?, ¿cómo influye en este la
indeterminación de la misma?, ¿cómo está involucrado Dios en este aspecto?, ¿y
el ser humano, existe por azar, o ha sido creado con una intencionalidad? A lo
largo de la disertación, expondré las diferentes posibilidades argumentativas
relacionándolas con diversas propuestas de científicos y, por último, expondré
mi opinión a modo de conclusión final.
En
primer lugar, deberemos conocer cuales son las dos posibilidades que existen
ante la pregunta planteada. Por un lado, podremos asumir que el universo existe
porque sí (y por lo tanto no tendrá ningún propósito) si este es el resultado
de la expansión constante de una materia eterna que siempre ha existido. Por
otro lado, si afirmamos que el universo no se limita a esto, sino que es el
resultado de un proceso creativo, es decir, que un ser superior lo ha pensado,
diseñado y formado, se podrá formular la pregunta ¿para qué lo ha creado? Con
este hecho, la posibilidad de la existencia de una intencionalidad en el
universo sería coherente. A su vez, el propósito del ser humano, al formar
parte del universo, dependerá de este mismo. Para tratar de resolver esta incógnita,
deberemos de conocer cómo es nuestro universo, para así trata de averiguar si
este sigue un orden causal o sencillamente es indeterminado. En este sentido,
es fundamental comprender qué es la física cuántica y la relatividad especial.
Con
respecto a la física cuántica, esta se encarga del estudio de la dimensión
atómica y subatómica que no podemos ver. A pesar de ello, nuevos avances
científicos nos permiten observarla. Sin embargo, al mirarla, esta queda
determinada, por ello, no podemos apreciar cómo es nuestra realidad en sí
misma. Para explicar esto, Schrödinger propuso la paradoja de Schrödinger. Imaginemos que encerramos a un gato en una
caja. En esta hay contenida una ampolla de veneno muy fuerte que tiene a modo
de tapón una partícula radiactiva. Si esta partícula se desintegra, el animal
morirá al quedar la toxina liberada, no obstante, si esta se mantiene estable,
nuestro felino sobrevivirá. Pero esto no se sabrá hasta que la caja quedé
abierta y, al hacerlo, estaremos determinando la realidad, obligamos a la
naturaleza, a la realidad, a mostrarnos una de estas opciones. Es por esto que,
cuando no miramos y el objeto se mantiene cerrado, el gato está tanto vivo como
muerto, en un estado de superposición en el que ambas opciones son posibles.
Por este mismo motivo, al no poder conocer cómo es la realidad en sí misma,
(puesto que cada vez que la miramos, queda determinada), podremos afirmar que
esta es indeterminada ya que exclusivamente podemos ver las posibilidades que
nos muestra, pero no su esencia. Estos
resultados son expresados mediante el principio de incertidumbre de Heisenberg,
que afirma que nunca seremos capaces de medir con precisión absoluta los
valores que nos presenta la realidad dado que siempre que los observamos los
determinamos.
Respecto
a la teoría de la relatividad especial de Einstein, esta explica que el tiempo
y el espacio son relativos para observadores que se mueven a distintas
velocidades. Este hecho, es despreciable en las velocidades en las actuamos,
sin embargo, esto es más evidente cuando viajamos a la velocidad de la luz. Para
tratar de explicar esto, emplearé la paradoja de los gemelos. Imaginemos que de
dos gemelos (Antonio y Pepe), uno de ellos va a hacer un viaje de veinte años
luz a otra galaxia. Este trayecto durará 20 meses para Pepe, que se va al
espacio, pero para Antonio, que se queda en la Tierra, es de 20 años, aunque si
estos miran sus relojes, estos funcionarán exactamente igual, y es aquí donde
radica la paradoja. La cuestión está en que, para Pepe, al moverse a
velocidades cercanas a la luz, el tiempo ha transcurrido mucho más lento que
para Antonio, que se ha mantenido a sus velocidades ordinarias. Además, no solo
el tiempo ha ido más lento, sino que el espacio se ha contraído. Todo esto se
debe a que la velocidad de la luz (c) siempre va ser un valor constante (299.792.458
m/s), tanto para un observador que se mueve como para uno que esta quieto. En
consecuencia, como la velocidad es el espacio partido por el tiempo, y la
velocidad de la luz siempre es constante para dos observadores,
independientemente de su estado de movimiento, será el espacio y el tiempo los
que se modifiquen a fin de ajustarse a dicha rapidez de acuerdo a su fórmula.
En resumen, se puede afirmar que la realidad es indeterminada (física cuántica) y
relativa a cada observador (relatividad especial). Esto nos mostraría un
universo que cumple con estas mismas características, por lo que este carecería
de orden y, consecuentemente, no podría tener una finalidad. En este punto es
donde surge el debate actual. ¿Es la realidad indeterminada o en sí misma o lo
es nuestro modo de conocerla? De acuerdo a Karl Popper, los objetos que
empleamos para observarla e incluso nuestros propios conocimientos nos muestran
una realidad indeterminada. A modo de ejemplo, si yo siempre que miro a una
persona, de entre todas las posibles cosas que podría estar haciendo dicho
sujeto, la veo con el teléfono en la mano, entonces pensaré que esa persona
tiene una adicción por este, pero su madre que tiene más conocimiento sobre
este individuo, afirmará que eso no es cierto. Si la persona fuera la realidad,
cuando nosotros la miramos, la determinamos y la vemos “como somos”, con
nuestras propias creencias (tiene una dependencia por su móvil). Asimismo, otro
aspecto que también entra en debate es el hecho de que detrás de esa
indeterminación y de ese caos, haya un orden que mantenga una secuencia de
causa-efecto. Edward Lorenz, creador de la teoría del caos, explica que, a
pesar de que en un primer momento las cosas puedan pasar por puro azar, lo
cierto es que hay una serie de causas en lo más íntimo de las situaciones que
propicien determinados efectos, dando lugar a sistemas determinados. Por
ejemplo, puede parecer que la discusión familiar de una persona, no pueda
provocar el atropello de un niño, pero lo cierto es que, si ese sujeto coge el
coche en un estado de tensión por la disputa, va más rápido de lo debido y más
distraído por el problema, y por ese mismo motivo no consigue ver al joven que
cruza una calle, lo acabará atropellando. Situaciones que parecen aleatorias
(un hombre ha atropellado a un niño al azar), pueden ser resultado de una
secuencia de causa-efecto.
En
conclusión, desde mi punto de vista, y basándome en todas las posibilidades presentadas,
yo considero que el universo es el resultado del proceso creativo de un ser
superior, que, para mí, es Dios. En consecuencia, el universo tiene una
finalidad, tiene una razón de existir, y los seres humanos, al habitar en él,
deben de estar involucrados inevitablemente en la consecución de ese propósito.
Puede parecer incongruente la actuación de Dios entendida desde la providencia
(la intervención divina en nuestro universo) en un universo determinado con una
finalidad regido por un orden, dado que las acciones de Dios romperían dicho
orden que él mismo ha establecido. Sería más lógico pensar en la existencia del
mismo en un universo indeterminado, puesto que no habría ningún orden y la
providencia divina sería completamente razonable. Sin embargo, si recordamos
algunas de las cualidades del Dios cristiano, encontraremos, entre otras, la
omnipotencia. Dios es todopoderoso, por ello, él es capaz de actuar en un
universo determinado regido por secuencias de causa-efecto sin romperlo. A su
vez, retomando las conclusiones que nos presenta la física cuántica, yo opino
que no vemos las cosas como son, sino como somos y en esto coincido con Karl
Popper. Si suponemos que tenemos unas lentillas amarillas que nos muestran la
realidad de este color, ¿es la realidad realmente así?, la respuesta es no, pero
los instrumentos con los que las observamos nos la muestran así. Tomando como
ejemplo otro caso, si nosotros consideramos que nuestra vida carece de sentido,
podríamos afirmar que tenemos una percepción de la realidad negativa, pero
nuevamente ¿es nuestro entorno verdaderamente así?, de nuevo la contestación es
no, pero mediante este ejemplo se puede apreciar como nuestras creencias y los
aparatos empleados en la observación de la realidad nos la presentan como
indeterminada. Por lo tanto, a pesar de que la física cuántica nos presenta una
realidad indeterminada, considero que sigue habiendo una finalidad detrás de
todo lo que nos rodea. Además, a pesar de que la realidad sea en su esencia indeterminada, esta sigue unas reglas ordenadas. A modo de ejemplo, la Tierra siempre gira sobre sí misma en las mismas 24 horas, y todos los objeto siempre caen con la misma aceleración, 9,8 m/s2, e incluso todos los cuerpos se atraen con la misma constante 6,674 x 10-11. Esto me lleva a preguntarme, ¿cómo puede ser el universo indeterminado, pero al mismo tiempo, seguir unas reglas determinadas? La respuesta que yo propongo es sencilla: Diseñador inteligente. Asimismo, respecto al ser humano, desde el punto de
vista del catolicismo, el propósito de este se explica en el cf. Gaudium et Spes 12,1; 24,3; 39,1: “Dios
creó todo para el hombre, pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación." De este modo, yo opino que nuestra finalidad es convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos, equivocarnos y enmendar nuestro errores, hacernos mejores personas dado que, solo así, podremos amar a Dios.
¿Tiene el Universo una finalidad? ¿Y el ser
humano?
A
lo largo de la historia, el estudio de todo lo que conocemos se ha ido
dividiendo en diversas disciplinas, tales como Física, Biología, Ética,
Química… Sin embargo y, tal y como pudo descubrir Andrónico de Rodas,
Aristóteles, ya en el tercer siglo antes de Cristo, escribía acerca de algo que
escapaba al campo de estudio de todas las anteriores, algo a lo que él mismo
llamaba “filosofía primera”, y cuyos escritos fueron situados por este primer
filósofo mencionado anteriormente “más allá” de los textos de Física de
Aristóteles, recibiendo así el nombre de Metafísica. En la actualidad, esta se encarga del estudio
del ser en cuanto a ser de las cosas, es decir, de la esencia de las cosas, y
para ello, emplea preguntas radicales, es decir, aquellas que van a la raíz de
las cosas. A modo de ejemplo, la pregunta ¿quién soy?, entraría dentro del
campo de estudio de esta materia. No obstante, a lo largo de esta disertación,
me centraré especialmente en los interrogantes metafísicos relativos a la
realidad. Por esto, es fundamental preguntarnos, ¿es esta realidad, el universo
en el que vivimos, es un proceso creativo o un proceso expansivo?, propuesto de
otro modo ¿tiene este universo una finalidad?, ¿cómo influye en este la
indeterminación de la misma?, ¿cómo está involucrado Dios en este aspecto?, ¿y
el ser humano, existe por azar, o ha sido creado con una intencionalidad? A lo
largo de la disertación, expondré las diferentes posibilidades argumentativas
relacionándolas con diversas propuestas de científicos y, por último, expondré
mi opinión a modo de conclusión final.
En
primer lugar, deberemos conocer cuales son las dos posibilidades que existen
ante la pregunta planteada. Por un lado, podremos asumir que el universo existe
porque sí (y por lo tanto no tendrá ningún propósito) si este es el resultado
de la expansión constante de una materia eterna que siempre ha existido. Por
otro lado, si afirmamos que el universo no se limita a esto, sino que es el
resultado de un proceso creativo, es decir, que un ser superior lo ha pensado,
diseñado y formado, se podrá formular la pregunta ¿para qué lo ha creado? Con
este hecho, la posibilidad de la existencia de una intencionalidad en el
universo sería coherente. A su vez, el propósito del ser humano, al formar
parte del universo, dependerá de este mismo. Para tratar de resolver esta incógnita,
deberemos de conocer cómo es nuestro universo, para así trata de averiguar si
este sigue un orden causal o sencillamente es indeterminado. En este sentido,
es fundamental comprender qué es la física cuántica y la relatividad especial.
Con
respecto a la física cuántica, esta se encarga del estudio de la dimensión
atómica y subatómica que no podemos ver. A pesar de ello, nuevos avances
científicos nos permiten observarla. Sin embargo, al mirarla, esta queda
determinada, por ello, no podemos apreciar cómo es nuestra realidad en sí
misma. Para explicar esto, Schrödinger propuso la paradoja de Schrödinger. Imaginemos que encerramos a un gato en una
caja. En esta hay contenida una ampolla de veneno muy fuerte que tiene a modo
de tapón una partícula radiactiva. Si esta partícula se desintegra, el animal
morirá al quedar la toxina liberada, no obstante, si esta se mantiene estable,
nuestro felino sobrevivirá. Pero esto no se sabrá hasta que la caja quedé
abierta y, al hacerlo, estaremos determinando la realidad, obligamos a la
naturaleza, a la realidad, a mostrarnos una de estas opciones. Es por esto que,
cuando no miramos y el objeto se mantiene cerrado, el gato está tanto vivo como
muerto, en un estado de superposición en el que ambas opciones son posibles.
Por este mismo motivo, al no poder conocer cómo es la realidad en sí misma,
(puesto que cada vez que la miramos, queda determinada), podremos afirmar que
esta es indeterminada ya que exclusivamente podemos ver las posibilidades que
nos muestra, pero no su esencia. Estos
resultados son expresados mediante el principio de incertidumbre de Heisenberg,
que afirma que nunca seremos capaces de medir con precisión absoluta los
valores que nos presenta la realidad dado que siempre que los observamos los
determinamos.
Respecto
a la teoría de la relatividad especial de Einstein, esta explica que el tiempo
y el espacio son relativos para observadores que se mueven a distintas
velocidades. Este hecho, es despreciable en las velocidades en las actuamos,
sin embargo, esto es más evidente cuando viajamos a la velocidad de la luz. Para
tratar de explicar esto, emplearé la paradoja de los gemelos. Imaginemos que de
dos gemelos (Antonio y Pepe), uno de ellos va a hacer un viaje de veinte años
luz a otra galaxia. Este trayecto durará 20 meses para Pepe, que se va al
espacio, pero para Antonio, que se queda en la Tierra, es de 20 años, aunque si
estos miran sus relojes, estos funcionarán exactamente igual, y es aquí donde
radica la paradoja. La cuestión está en que, para Pepe, al moverse a
velocidades cercanas a la luz, el tiempo ha transcurrido mucho más lento que
para Antonio, que se ha mantenido a sus velocidades ordinarias. Además, no solo
el tiempo ha ido más lento, sino que el espacio se ha contraído. Todo esto se
debe a que la velocidad de la luz (c) siempre va ser un valor constante (299.792.458
m/s), tanto para un observador que se mueve como para uno que esta quieto. En
consecuencia, como la velocidad es el espacio partido por el tiempo, y la
velocidad de la luz siempre es constante para dos observadores,
independientemente de su estado de movimiento, será el espacio y el tiempo los
que se modifiquen a fin de ajustarse a dicha rapidez de acuerdo a su fórmula.
En resumen, se puede afirmar que la realidad es indeterminada (física cuántica) y
relativa a cada observador (relatividad especial). Esto nos mostraría un
universo que cumple con estas mismas características, por lo que este carecería
de orden y, consecuentemente, no podría tener una finalidad. En este punto es
donde surge el debate actual. ¿Es la realidad indeterminada o en sí misma o lo
es nuestro modo de conocerla? De acuerdo a Karl Popper, los objetos que
empleamos para observarla e incluso nuestros propios conocimientos nos muestran
una realidad indeterminada. A modo de ejemplo, si yo siempre que miro a una
persona, de entre todas las posibles cosas que podría estar haciendo dicho
sujeto, la veo con el teléfono en la mano, entonces pensaré que esa persona
tiene una adicción por este, pero su madre que tiene más conocimiento sobre
este individuo, afirmará que eso no es cierto. Si la persona fuera la realidad,
cuando nosotros la miramos, la determinamos y la vemos “como somos”, con
nuestras propias creencias (tiene una dependencia por su móvil). Asimismo, otro
aspecto que también entra en debate es el hecho de que detrás de esa
indeterminación y de ese caos, haya un orden que mantenga una secuencia de
causa-efecto. Edward Lorenz, creador de la teoría del caos, explica que, a
pesar de que en un primer momento las cosas puedan pasar por puro azar, lo
cierto es que hay una serie de causas en lo más íntimo de las situaciones que
propicien determinados efectos, dando lugar a sistemas determinados. Por
ejemplo, puede parecer que la discusión familiar de una persona, no pueda
provocar el atropello de un niño, pero lo cierto es que, si ese sujeto coge el
coche en un estado de tensión por la disputa, va más rápido de lo debido y más
distraído por el problema, y por ese mismo motivo no consigue ver al joven que
cruza una calle, lo acabará atropellando. Situaciones que parecen aleatorias
(un hombre ha atropellado a un niño al azar), pueden ser resultado de una
secuencia de causa-efecto.
Buenas tardes compañero Juan, le escribo para comunicarle mis observaciones acerca de su perfecta y eterna disertación filosófica. Para comenzar, debo decir que su disertación posee un registro de lengua magnífico y un vocabulario digno de un diccionario, por otra parte debo decir que en mi más humilde opinión y desde el desconocimiento, me parece que la disertación realizada es excesivamente abundante ya que tras invertir mi maravilloso tiempo en leer una gran disertación, creo que en cien palabras menos se pod´ria haber dicho lo mismo, no obstante comprendo que para realizar tal hazaña se necesita un nivel lingÜistico extremadamente alto. Gracias Juan Orlando por compatir con nosotros su trabajo. Un saludo.
ResponderEliminarMadre mía cuánta ironía, bien empleada, pero ironía. La verdad es que solamente criticas lo larga que es pero no aportas nada nuevo. Paciencia, la próxima interacción irá mejor.
EliminarNada que añadir Juan, es más, otras veces ha sido más larga. Lo que sí que te recomiendo es que te centres para la próxima en un solo tema, porque tratas de tocar todos y es complicado darle un hilo conductor sencillo. Por lo demás está muy bien, creo que estás preparado para Bach.
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