Disertación filosófica de la Unidad 1:
¿Qué es lo
real, el cambio o la permanencia?
En esta entrada redactaré la disertación filosófica de la unidad 1 de Filosofía, la cual está relacionada con la siguiente temática: ¿Qué es lo real, el cmabio o la permanencia?
- En torno al siglo VI a.C., en la Grecia Clásica, surge la Filosofía debido a diversas causas geográficas, socioeconómicas y culturales y religiosas y debido al agotamiento de las narraciones mitológicas propias de la época. Por consiguiente, los primeros pensadores se preguntaron por el origen de la naturaleza, de la realidad, del cosmos… o lo que es lo mismo, por el arché. Aquí surgen preguntas relacionadas con la existencia, como: ¿qué es lo real, el cambio o la permanencia?, ¿existe el devenir?, de ser así, ¿es la realidad el cambio perpetuo?, en caso de que no lo sea, ¿el mundo es estático?, si es cierto esto, ¿podemos captar la esencia de este?, y de ser verdad ¿el cambio es solo aparente?, en resumen, ¿es el devenir el ser que será o, por contraparte, es el ser una fase del devenir? A lo largo de esta disertación trataré de exponer las respuestas que ofrecieron los principales filósofos que se plantearon esta cuestión y relacionarla con la visión que tenían otros intelectuales de estos interrogantes. Finalmente expondré lo que yo opino sobre las soluciones ofrecidas y trataré de explicar mi tesis justificándola con diversos argumentos.
- Parménides y Heráclito fueron dos filósofos
presocráticos que ofrecieron respuestas a las preguntas anteriormente
mencionadas. Sin embargo, las ideas que expusieron fueron bastante contrarias las
unas de la otras. Sus pensamientos acerca de estas cuestiones eran los
siguientes:
- Por un lado, Heráclito de Éfeso, cuyo arché
podría haber sido el fuego, puesto que está en constante movimiento, se basaba
en la idea de que la realidad es devenir. Él afirmaba que nada permanece fijo,
sino que todo cambia y fluye constantemente. En esta transformación perpetua
está la esencia de las cosas, que pueden ser y no ser. Estas modificaciones
están reguladas por el logos, es decir, por la razón universal. Para explicar
su idea mediante un ejemplo Heráclito hizo uso de su famosa frase “nunca te
bañarás dos veces en un mismo río”. Esto se debía a que, cuando desciendas por
segunda vez al arroyo, ni tú ni el río seréis los mismos. De este modo, de su
filosofía surgen algunas implicaciones como que existe un devenir perpetuo que,
debido a esto, no podemos captar la esencia del mundo y que el cambio es
posible gracias al logos, ley universal que los rige. Sin embargo, esto da
lugar a dificultades argumentativas, por ejemplo, si el río ya no es el mismo ¿qué
es ahora? Y lo mismo podemos preguntar acerca del individuo que se sumerge en
sus aguas. Esto se debe a que la filosofía de Heráclito no ofrece una explicación
plausible de la realidad.
- Por contraparte, Parménides de Elea, cuyo
arché era el Ser y, a su vez, podría haber sido la tierra, ya que es estática,
estaba en total desacuerdo con Heráclito, y expuso una idea completamente
contraria a la suya, el Ser es y el no ser no es. Con esto Parménides se
refiere a la idea de que el cambio es aparente, debido a que el Ser, esa
esencia que subyace a todas las cosas, es permanente y no puede ser alterado,
por lo que la realidad es estática y no cambia. Por lo tanto, el pensamiento sí
puede captar la esencia del mundo, dado que es eterna. Asimismo, consideraba
que estas transformaciones solo se pueden percibir a través de la razón, por lo
que hay que ir más allá de lo que aparece, el cambio es superficial. Por tanto,
todo lo que hay ha estado ahí siempre. Para entenderlo mejor, pondré un
ejemplo. Supongamos que hay una clase sin ventanas ni puertas por las que se
pueda observar su interior. Dentro, se podría considerar que las cosas cambian,
pues las sillas y las mesas se mueven, las personas que hay dentro se levantan,
se sientan… No obstante, si se viera desde fuera, el aula se mantendría igual.
Al no poder mirar dentro de la clase, no hay cambio. En estas ideas se basa la
filosofía de Parménides.
- Pongamos un ejemplo para comprender mejor
estas ideas. Supongamos que yo me miro en una foto que se me hizo hace 5 años,
¿He cambiado desde entonces, o sigo siendo el mismo? Heráclito explicaría que sí,
que desde entonces he cambiado constantemente y que, de hecho, sigo cambiando,
por lo que ya no soy el mismo que era cuando tenía 5 años menos. No obstante,
Parménides diría que sigo siendo el mismo, pues mi Ser, esa esencia que subyace
a todo y que me hace ser quien soy, no ha cambiado y, por consiguiente, el
cambio que he experimentado es solo superficial, sigo siendo el mismo sujeto
que se presenta en la foto.
- Al escuchar a Parménides y a Heráclito,
puede parecer que ambos tienen razón, entonces, ¿Qué es lo real, el ser o el
devenir? En el 460 a.C. nació Demócrito de Abdera, un filósofo presocrático
pluralista, que consiguió, basándose en las homeomerías de Anaxágoras,
relacionar las ideas de Heráclito y Parménides. Su arché eran los átomos. Este
explicaba que toda la materia estaba compuesta en última instancia por pequeñas
partículas indivisibles llamadas átomos. Los átomos son esa esencia que nunca
cambia que, según Parménides, subyacía a todo. Además, este añadía que los
movimientos de estas partículas en el vacío (pues Demócrito asumía la
existencia del vacío) daban lugar a los cambios que Heráclito defendía,
relacionando de este modo las ideas de ambos pensadores. Sus ideas se podrían
resumir en la siguiente frase que él mismo expuso: “Nada existe excepto átomos
y espacio vacío; todo lo demás son opiniones”.
- A lo largo de la historia, en la filosofía, han
existido siempre dos corrientes que se basan en la misma idea que las expuestas
de Parménides y Heráclito, es decir, la contingencia y el cambio. Estos dos se
preguntaban por el ser o el devenir en las leyes de la naturaleza, hasta que
llegaron Sócrates y los sofistas (entre ellos Protágoras) que se preguntaron
por el cambio o la contingencia en las leyes de la sociedad. Esto se debió a un
giro antropológico en el siglo V a.C., en el que tanto Sócrates como los
sofistas se preguntaron por qué debían buscar el arché si a ellos lo que
realmente les importaba era cómo ser felices. Por todo esto, las cuestiones
filosóficas comenzaron a girar en torno al hombre y a la ética en vez de en
torno a la naturaleza.
- Por un lado, Sócrates tendría la misma idea
que Parménides tenía sobre la naturaleza, pero con la sociedad. Su filosofía se
basó en el universalismo moral y en el intelectualismo moral, es decir, el bien
es un concepto universal y solo a través del conocimiento podemos alcanzarlo.
Por lo tanto, cada hombre no es la medida de todas las cosas, como explicaban
los sofistas, sino que existen universalismos, solo alcanzables mediante la
definición. Además, explicaba que la ignorancia implicaba el mal, es decir, las
personas que obran mal lo hacen debido a que no conocen el bien, por lo que
debería de haber más escuelas y menos cárceles. Con esto, este pensador se
refería a que la gente no sabe las consecuencias que tendrán sus malas acciones
a largo plazo, pues de hacerlo no las cometerían. Sócrates consideraba además
que, para alcanzar la sabiduría, se debía partir de la ignorancia, es decir, aquello
que se desconoce sobre un tema.
- Por otro lado, los sofistas, en concreto
Protágoras, tendría la misma idea que Heráclito tenía con la naturaleza, pero
con la sociedad. La filosofía de Protágoras, como la de los sofistas, se basaba
en el relativismo, que el hombre es la medida de todas las cosas, por lo que
cada uno tenía sus propias verdades. Por ende, no existían los conceptos universales,
poniendo el siguiente ejemplo: que se rompan las cerámicas es malo para los
demás, pero bueno para el ceramista. Es por esto por lo que los sofistas eren
escépticos, pues negaban la existencia de una verdad, un bien o unas leyes que
fuesen equivalentes para todos. Por todo esto, ellos, que eran expertos en
retórica, enseñarían a la gente a convencer a los demás de su propia verdad, a
cambio de dinero. Así, se puede decir que hacían uso la sabiduría para lucrarse.
- Finalmente,
yo considero la idea de Parménides como la más adecuada. La solución que ofrece
Demócrito, que además se verá reafirmada por la ciencia moderna, me convence
salvo en su última parte. A pesar de los diferentes cambios que provocan los
átomos mediante sus movimientos en el vacío, yo considero que los átomos, por
mucho que cambien y que den lugar a nuevas cosas, seguirán siendo átomos, el
cambio que se produzca, será exclusivamente superficial en objetos o, en caso
de seres vivos, también psicológico, pero la esencia de todas estas realidades
concretas, de todo lo existente, seguirá siendo ese Ser que explica Parménides.
Yo sigo siendo yo y seguiré siendo yo por mucho que cambie mi forma de pensar o
mi físico, por que ese Ser que subyace a todo me hace ser yo, y no me hace ser
cualquier otra persona. Además, también estoy de acuerdo con la idea de que
todo lo que existe ha existido siempre, y algo que existe no se puede convertir
en nada. El ordenador con el que estoy haciendo este trabajo, ya existía cuando
Parménides explico este razonamiento, no obstante, carecía de su condición de
ordenador, pero estaba presente en forma de silicio, que daría lugar a multitud
de sus componentes, de petróleo, que daría lugar a sus carcasas de plástico o a
sus teclas, el cobre, que crearía diferentes circuitos por los que pasaría la
electricidad… Se podría pensar que para crear el ordenador se han producido
cambios, pues el petróleo, el cobre, el silicio, han tenido que cambiar para
dar lugar al ordenador, y que la propia idea de que a partir de estos se haya
originado este dispositivo implica un cambio,
pero yo considero, que, a pesar de estos cambios, la esencia del
silicio, del cobre, del petróleo y de todos sus componentes sigue presente en
el ordenador, que ahora, tiene su propia esencia, su propio ser, creada a
partir de la esencia de todos sus componentes. En resumen, yo considero las
ideas de Parménides y las de Demócrito (con ese matiz que he explicado
anteriormente) como las respuestas a las preguntas propuestas, yo considero que
el devenir es el ser que será.
Sobre la introducción: Demasiado larga, solamente hace falta plantear el contexto de la pregunta y la pregunta. No hace falta hablar de los filósofos en concreto, mejor lo pones en el desarrollo.
ResponderEliminarHay que elimirar este tipo de expresiones: "Para comenzar", cuando surgieron los primeros filósofos presocráticos, comenzaron...
Sobre el desarrollo:
Sobra: "Para continuar"
Repites muchas veces los verbos, usa sinónimos. Mira en esta frase: "como he explicado anteriormente, los primeros filósofos, trataron de buscar una explicación" repites como he explicado y luego una explicación...
El primer párrafo del desarrollo parece más bien introducción. Porque no hablas propiamente de los filósofos en cuestión. Y la primera parte del siguiente párrafo habla también de lo mismo. De hecho hablas de los filósofos que quieres trabajar solamente en dos párrafos... Esto es casi un resumen de la filosofía presocrática que te ha servido bien para estudiar, pero no es propiamente lo que se pide en una disertación filosófica. ¿Has tenido la rúbrica delante?
La clave es que te metas de lleno en qué es el tema que quieres estudiar y cómo lo enfocan los filósofos que quieres trabajar. El cambio y la permanencia. La esencia misma de la realidad.
Hay un loísmo: se enfadan con él y lo dejan de hablar (es le dejan de hablar)
En el párrafo de Heráclito, repites muchas veces "Este" refiriéndote a Heráclito, quizá puedes nombrarlo directamente, sobre todo cuando la anterior no es su nombre. También hay dos puntos usados que no aportan nada. Te lo digo en persona.
Aquí se te ha colado un punto: cuyo arché podría ser la tierra. estaba
Está muy bien que hayas introducido a Protágoras y Sócrates porque le das más cuerpo a la disertación, si añades que aunque tienen interrogantes parecidos su tema de reflexión ha cambiado por el giro antropológico que se da a la filosofía en el S. V, pues redondo.
La conclusión es espectacular y está genial redactada. Enhorabuena. Haces esos "pequeños" cambios y tienes la nota máxima a falta de las interacciones. Como tú dices el 10 ya está ahí, pero la apariencia nos engaña. Jejejeje. ¡Ánimo y enhorabuena!
Muchas gracias Jesús, probablemente lo cambie mañana o en estos días.
EliminarVeo con placer que has aplicado los diferentes cambios y además la has mejorado. Enhorabuena!
EliminarMe ha salido casi otra disertación en los comentarios...
ResponderEliminarJuan, me ha gustado mucho tu disertación filosófica. No obstante, no comparto la opinión que presentas en tu conclusión de que la idea de Parménides sea la más adecuada. Tú expones que los átomos de Demócrito “por mucho que cambien y que den lugar a nuevas cosas, seguirán siendo átomos, el cambio que se produzca, será exclusivamente superficial”, pero yo creo que sí existe un cambio y que por eso la teoría de Demócrito es la más acertada. Presento mi opinión con un ejemplo un poco especial y a lo mejor complicado: una reacción química. Pensemos el supuesto caso de que tenemos ácido clorhídrico (HCl) e hidróxido de sodio (NaOH). Son dos sustancias que presentan unos átomos determinados que son permanentes porque no se pueden crear ni destruir. Bien, tras su combinación, obtenemos cloruro de sodio (NaCl) y agua (H2O). Es verdad que los átomos en sí son iguales, como tú afirmas, pero el cambio que se ha sufrido es tal que, de ser venenos o sustancias muy destructivas, pasan a ser agua y sal, dos compuestos estables y que incluso podríamos consumir. Por tanto, es verdad que los átomos han permanecido y son iguales, pero el cambio que sufren debido a las combinaciones establecidas en el vacío es radical, total. De ahí por tanto que estas reacciones se llamen CAMBIOS químicos. Con este ejemplo quiero presentar que la teoría de Demócrito es la que más me convence porque, por un lado, los átomos son eternos, es verdad, pero estos se combinan en el vacío, existe también un cambio, tal que dependen de estos nuestra existencia. El cambio no considero que sea algo tan simple como algo superficial (como piensa Parménides), sino que llega a la raíz.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEs un muy buen argumento francamente, sin embargo, tomando el mismo ejemplo que has escogido de que en una reacción química el ácido clorhídrico más el hidróxido de sodio dé lugar a sal y agua, ¿cómo has sido capaz de percibir este cambio, observando muchas veces que el ácido y el hidróxido daban lugar a sal y a agua constantemente, o yendo más allá de lo que aparece y, mediante la razón, comprendiendo que existe una regla (las reacciones químicas) que explicaría este cambio? En este caso se ha observado que se produce un cambio, sí, pero un cambio comprensible a través de la razón entendiendo que cuando dos elementos o compuestos diferentes se combinan crean nuevos elementos o compuestos dando lugar de este modo a las reacciones químicas. La esencia del hidrógeno, del cloro, del sodio y del oxígeno permanece, y el cambio que se ha producido es comprensible por medio de un razonamiento lógico, no a través de los sentidos. De nuevo llegó a la conclusión de que todo permanece (átomos de cloro, hidrógeno, oxígeno y sodio), que el Ser que subyace a todo se mantiene, pero que el cambio en este caso es apariencia, conocer cómo cambian las propiedades de los compuestos es solo posible mediante la razón, hay que ir más allá de lo que aparece.
EliminarVale, tu argumento es muy convincente, pero propongo otro ejemplo, la transformación en energía de los átomos. Los átomos pueden convertirse en energía, tal y como demostró Einstein en 1915, y por las bombas atómicas y de hidrógenos. Los átomos se transforman, sufren un cambio, y pasan a ser otra cosa diferente, energía. No son exactamente ya los mismos átomos, porque se han transformado en otra forma, la energía. Por lo tanto, la teoría de Parménides no es ya válida, porque, ¿cómo explicas con la permanencia un cambio tan radical de un átomo en energía capaz de destruir países enteros? Estos sufren un cambio que no es simplemente superficial o apariencia, sino que lo hacen en toda su estructura y es palpable. Además, este no solo lo comprendemos con la razón, sino que es visible, concreto.
EliminarSupongo que en este caso debo darte la razón, pero debo añadir que en este caso, la idea de Demócrito también estaría equivocada, él explica que los átomos son esa esencia eterna que nunca cambia, pero que sus movimientos en el vacío producen cambios. Aquí no es que haya movimientos en el vacío, es que literalmente los átomos se convierten en energía. Y, aún así, existe el principio de la conservación de la energía que explica que la energía se mantiene. La masa, según el principio de Einstein E=MC², es realmente una forma de energía, por ello podemos convertir la masa en energía y al contrario. La masa se transforma en energía, pero es que realmente, la masa es energía. Este vídeo lo explica muy bien: https://youtu.be/0Q7Gdig1SKg
EliminarJAJAJAA enhorabuena filósofos!! Sois la caña!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola Juan , me he leído tu disertación y me ha encantado , me parece que has hecho muy buen trabajo ya que he podido ampliar mi información acerca de estos filósofos y comprenderlos un poco mejor y en cuanto a tu conclusión estoy totalmente de acuerdo contigo , en el ejemplo , explicas muy bien la teoría de Parménides acerca de nosotros mismo , nosotros podemos cambiar en apariencia , pero realmente nosotros seguimos siendo la misma persona .
ResponderEliminarUn saludo